Setenta, ochenta, noventa

70, 80, 90, y un show de marionetas. ¿Quién tira las cuerdas? pregunto curiosa. “¿Qué cuerdas?” me responden, y continúan bailando. 70, 80, 90, y otra canción suena en el tren. Pidiendo un poco de cobre donde falta el trabajo. “Les regalo una canción si me prestan sus oídos”, nos dijo, pero nadie escuchó. 70, 80, 90 y corre, corre que te alcanzan. El reloj que nunca para, la arena cae y se lleva los días; y a vos que te falta tanto. 70, 80, 90, y no se como se llena este formulario. ¿Un marido? ¿Dos hijos? ¿Una casa? ¿El perro viene incluido? “Es infaltable”, me responden y siguen bailando. 70, 80, 90 y una playa de arena blanca. La espuma le canta a los niños. Me parece que están dormidos, y Dios no aparece por ninguna parte. 70, 80, 90 y hay descuento en el shopping. Ahorra y gasta, más, más cosas. ¿Para que las quiero? pregunto, “por que las necesitas”, me responden. 70, 80, 90 y un pantalón lleno de tierra. Estómago sin cena y pulmones llenos de humo. Le pagó un boleto a su mente para que se olvide del mundo un rato. 70, 80, 90 y hay muertes en los diarios. Papel para leña, directo a deportes y espectáculos, que las cifras no seducen ni una lágrima. 70, 80, 90 y siento que me canso. “Ya pasará”, me dicen, “o te olvidas del mundo o el mundo te deja olvidado”. 70, 80, 90 y ¿qué carajo son estos números? “Nadie sabe”, me dicen, “pero nos dijeron que eran importantes, y ya hace demasiado que los repetimos”.


70, 80, 90 y me rindo: no entiendo ni jamás entenderé el mundo. Creo que para entenderlo hay que ceder los colores, pero no quiero ser parte de su show de marionetas, pensar en lo que en realidad no importa. 70, 80, 90 y un día seremos polvo. Y cuando nos vamos ¿qué dejamos? Papeles que se llevo el viento, pisadas que se lleva el mar. Solo quedará este 70, 80, 90 y tantos sueños rotos. Solo quedará este 70, 80, 90 para que otros y luego otros y luego otros puedan repetir, convencidos de que hacerlo es la única manera de vivir.





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