Había escuchado historias fantásticas, otras no tanto, pero en mi mente las islas siempre se habían amoldado a la idea de una foto en una postal. Cuando una sugerencia me llevó a finalmente investigar un poco el tema todo fue peor: tortugas gigantes, rocas que quiebran el amanecer emergiendo en la mitad del mar, paisajes de lava y agua turquesa, playas de arena roja, lagartos gigantes de todos colores y tiburones por todas partes. Hace poco un profesor mío nos describió una sensación que tuvo: parado frente a un precipicio de alguna costa de Europa tuvo miedo de caer. Pero no por el hecho de que alguna roca se desmoronara causándolo resbalar hacia el vacío, si no por la manera en la cuál el vacío le pedía que saltase. Me pareció un sentimiento de lo más extraño en su momento, pero supongo que eso mismo era lo que sentía hacia este lugar: no sabía si me daba más miedo la idea de estar nadando entre diez tiburones o las ganas que tenía de hacerlo...SEGUIR LEYENDO 

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