"Nos vamos". Nunca voy a entender por qué resultan tan emocionantes esas palabras. ¿Será tan mala la vida acá o tan fuerte la necesidad domesticada de salir a recorrer el mundo? Pero el objetivo mío y de mis amigos aquel fin de semana no era conocer nuevos lugares, si no más bien desprendernos del día a día. Teníamos un tanque de gasolina, un mapa para ir a dónde quisiéramos y cada uno veinte años en el bolsillo, así que decidimos escapar. De la rutina. De la civilización. De la hipocresía. De las campañas políticas. De las caras conocidas. De la música repetitiva. De los cielos que no oscurecen del todo ni en la mitad de la noche. SEGUIR LEYENDO...

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